San Ignacio nació en el castillo de Loyola, en Guipúzcoa.
El nombre que le pusieron en el bautismo fue Iñigo.
Entró a la carrera militar, pero en 1521, siendo ya capitán, fue gravemente herido
Quedó cojo para toda la vida.
Al leer
la vida de Cristo y las Vidas de los santos sentía una alegría inmensa que le duraba por
días y días.Mientras lo leía,pensaba en imitarles,la canctidad de cosas buenas que podría realizar siguiendo el ejemplo de todos aquellos santos.Se le
apareció Nuestra Señora con su Hijo Santísimo. La visión lo consoló inmensamente.
Desde entonces decidió dedicarse a servir a Dios.
Se fue en peregrinación al
famoso Santuario de la Virgen de Monserrat. Allí tomó el serio propósito de dedicarse a
hacer penitencia por sus pecados.
En 1523 se fue en peregrinación a Jerusalén, pidiendo
limosna por el camino. Todavía era muy impulsivo y un día casi ataca a espada a uno que
hablaba mal de la religión. Por eso le aconsejaron que no se quedara en Tierra Santa
donde había muchos enemigos del catolicismo.
Reunía niños para enseñarles religión; hacía
reuniones de gente sencilla para tratar temas de espiritualidad, y convertía pecadores tratándoles amablemente de lo importante que es salvar el alma.
Lo
acusaron injustamente ante la autoridad religiosa y estuvo dos meses en la cárcel.
Después lo declararon inocente, pero había gente que lo perseguía. El consideraba todos
estos sufrimientos como un medio que Dios le proporcionaba para que fuera pagando sus
pecados.
Fundó casas de su congregación en España y Portugal. Envió
a San Francisco Javier a evangelizar el Asia. De los jesuitas que envió a Inglaterra, 22
murieron martirizados por los protestantes.
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